Vibran al unísono las notas del violín y los lamentos de mi alma, sincronizados, inundando la estancia, fundiéndose en un abrazo desgarrado, sumergiéndose en el abismo, emergiendo a la vida en una danza frenética, en una lid impetuosa.
y asoma un impulso vital desconocido, lo contemplo con recelo, a distancia... por intruso, por permitirse depositar sensaciones tormentosas en cada fibra de mi piel, atormentando el espíritu al tiempo que lo acaricia. ¡Música sublime!
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